Ya no hay un eco en mi alma, ni la luz que se apaga, inconsciente en veneno, de palabras y el verbo, fantasmas de un momento mágico, toman mi alma y la devuelven, al lago de codicia, de mentiras, un futuro que es incierto.
Un Carbón que como combustible, el tren de mi alma, un sol que no brilla a la altura de mi ventana, la silueta de una dama, en mis ojos es sombría, sin embargo con su nombre, mi corazón ya moría.
Entre sombras yo me bailo, la danza de mi martirio, el pedido de unos dioses, no controlan mi destino, el pájaro observando en la copa de ese árbol, unos besos que en mi boca, y se abren en letargo.
Una piel que acaricia, mis respiros y funciones, faltan voces advirtiendo, las apuestas de mis dones, la traición de mis palabras, no sentirme un tanto fuerte, debilidad de mi alma que corrompe ya mi suerte.
El grito desesperado, la soledad de la almohada, me recuesto en mi cama, grito lloro mientras palpa, el palpito de mi odio, el rencor de la venganza, sentimientos en mi muertos, mientras alguien me levanta.
Corazón rebobinado, lo de adentro ya despejado, la razón de este hombre, que se encuentra bien aislado, condena de mí sufrir, condena de mi sentir, el paso de los pies que están a punto de sucumbir.
Unas letras que cautivan, que explican cuan profundas, son las almas, que dominan el arte iracunda, sufrir, odiar, mentir, amar, reír, soñará, juzgado Socialmente, solo quiero caminar.
Esa dama ya no llora, ese joven ya no esboza, las mentiras que acompañan, en los seres pocas cosas, se ha perdido ese brillo, se ha muerto el prestigio una magia, sospechada que terminaba su camino.
En este bosque de espejo, en el mundo que me encuentro, se refleja ya mi alma, en cada uno de los bocetos, espejos reflectantes, con caras similares, las letras impactantes, siempre toco su pensar.
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