En un giro sombrío de los acontecimientos, apareció un nuevo brote de COVID-19 en dos de las ciudades más grandes de China, lo que resultó en nuevos bloqueos y un recordatorio aleccionador de que la pandemia mundial todavía está muy vigente.

Las autoridades de Shanghái y Shenzhen han impuesto restricciones a los viajes de los residentes después de que los casos diarios aumentaran durante la última semana, informa The New York Times. China reportó 3.122 casos el domingo, en comparación con los 1.524 del sábado y los 1.100 del viernes.

El cierre está programado para durar siete días, durante los cuales los trabajadores no esenciales deben quedarse en casa. El transporte público, como trenes y autobuses, se ha detenido. Las tiendas de comestibles y los servicios médicos continuarán. Los adultos también deben realizar tres pruebas de PCR durante el período de bloqueo.

Shenzhen es uno de los centros tecnológicos más importantes del mundo y es el hogar de destacados fabricantes, incluido Foxconn, que produce productos para Apple y Samsung. Las empresas tecnológicas chinas como Huawei y Tencent también tienen su sede en la ciudad.

En otras palabras, es probable que el último repunte interrumpa aún más la cadena de suministro global ya tensa, lo que hará que los precios de muchos productos tecnológicos suban aún más de lo que son ahora.

El brote y los bloqueos resultantes arrojan agua fría sobre la creencia generalizada de que la pandemia de COVID ha terminado. Si bien los tratamientos y las vacunas han cambiado la dinámica de la lucha contra el COVID, con ciudades y estados de todo el mundo revirtiendo sus medidas más estrictas para proteger la salud pública, el virus aún prevalece, incluso en lugares que tienen las restricciones de COVID más draconianas.

Con suerte, podemos evitar los peores impactos del coronavirus que ya hemos experimentado en los últimos dos años o más de la pandemia. Sin embargo, si los últimos bloqueos en China son una indicación, todavía no estamos fuera de peligro.