A raiz de esta carta que escribi emotiva para Yolanda me dio con reflexionar para revisar la carta puedes clickear
Cuatro años. Cuatro ciclos completos de luna, cuatro primaveras, cuatro inviernos sin Yolanda. Y sin embargo, su ausencia no se mide en tiempo, sino en la profundidad de su huella en nuestras vidas.
El Peso de la Ausencia
Escribir sobre su pérdida hoy no es revivir el dolor, es honrar la transformación. Porque perder a alguien no es solo un momento, es un proceso de reconstrucción personal y colectiva. Yolanda no fue una pérdida momentánea, fue el inicio de un viaje de sanación, de comprensión y de crecimiento.
La Distancia que Aproxima
Con el paso de estos años, cada recuerdo se ha vuelto más nítido, más sagrado. Su imagen ya no duele, nos nutre. Cada anécdota cuenta menos sobre su perdida y más sobre cómo vivió, sobre el legado que sembró en cada corazón que la conoció.
Reflexiones de un Duelo Transformador
El tiempo no cura, transforma. Y en esta transformación, Yolanda ha seguido siendo un pilar fundamental en nuestra vida. Su ausencia física se ha convertido en una presencia espiritual más profunda y significativa.
La Memoria Como Resistencia
Cada día que pasa reafirma lo que ella representaba: amor incondicional, fortaleza silenciosa, bondad radical. No la recordamos con lágrimas, la celebramos con la convicción de seguir siendo mejores personas.
La Lección Más Profunda
Cuatro años después, comprendemos que perderla no fue solo una pérdida personal, fue un llamado colectivo. Un recordatorio de que:
- La vida es un regalo frágil y precioso
- El amor verdadero trasciende la muerte
- Cada ser humano deja una marca indeleble en el universo
Carta Abierta a Yolanda en el Paso del Tiempo
Querida Yolanda:
Cuatro años. Cuatro ciclos de aprendizaje, de dolor transformado en luz. Tu ausencia ya no nos paraliza, nos moviliza. Cada día que pasa es un homenaje a tu espíritu, a tu capacidad de amar sin condiciones.
No te hemos perdido. Te hemos integrado. Eres parte del aire que respiramos, de las decisiones que tomamos, de la manera en que educamos a tus hijos, de cómo entendemos el amor.
La Promesa Continua
Seguimos siendo custodios de tu memoria. No como una carga, sino como un privilegio. Cada vez que elegimos el amor, cada vez que optamos por la compasión, te estamos honrando.
Tu partida nos enseñó que la verdadera despedida no está en el adiós, sino en cómo continuamos tu legado de bondad.
Con amor eterno y profunda gratitud, Bryant, mi familia y tus hijos.
Reflexión Final: La Eternidad de lo Amado
Cuatro años después, comprendemos que algunas personas no mueren. Se transforman. Se convierten en energía, en recuerdo, en inspiración.
Yolanda no está ausente. Está presente en cada gesto de amor, en cada decisión compasiva, en cada momento donde elegimos ser mejores seres humanos.
La muerte no es el final. Es una transición. Y tu transición, Yolanda, sigue siendo un regalo para quienes te amamos.
Descansa en paz, sabiendo que tu esencia sigue siendo un faro de luz en nuestras vidas.
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